Los gruesos muros de El Escorial
acogen un coro "a capella".
Reminiscencias de antigüedad
en la fantasía y sus teselas.
No todas las piezas interpretadas
encuentran perfectas su afinación:
el contrapunto y el compromiso
configuran también la canción.
Por las calles, a la salida,
las terrazas, la gente, la vida;
piedras y árboles en armonía;
un sugerente paso del Tiempo
y un sabor a veteranía
acariciado por el sol tierno
de este diciembre, de este invierno.
¿Encaja esta decadencia,
confortable de arte y de ciencia,
en la deriva de estos días?
¿Este color de dorado glorioso,
matizado y envejecido,
con el rumor de nuestro latido,
los silencios internos,
el cabello canoso?
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