El reciente episodio de la verbena que ayer tuvo lugar, principalmente diseñado por el vigente desgobierno en disfunciones, ha servido para dejarlo todo por el estilo y, de camino, poner un poco en evidencia a los descafeinados, a los lenguaraces y a los que hablan sólo de oídas porque ni su edad les consiente haber vivido lo que ocurrió.
Aparte quedan los del gatillo fácil que, con tonos de desprecio y burla, motejan de "nostálgicos" a quienes quizá no son otra cosa que gente leal que, ni en estos tiempos de descrédito y miseria, quiere engrosar la numerosa lista de los resentidos y de los cobardes que arbitrariamente nunca llaman "preconstitucional" a la tricolor de la república aquella, ni a según qué otros trapos dudosamente sobrevenidos.
Luego, lo que hay es que se puede mentir mucho, pero eso no elimina la realidad, la Historia, Don Pelayo y los Reyes Católicos incluidos.
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