Los medios de comunicación, tan fervorosos siempre con las noticias de máximo morbo como espuela de las audiencias, con profusos comentarios y reportajes se han hecho eco de un suceso reciente y rural que pone de manifiesto las tensiones ideológicas y la colorista variedad de las corrientes contemporáneas de opinión que afectan y van modificando nuestro pensamiento, nuestros usos y costumbres, reformando en sus más hondas raíces la sociedad y los códigos morales, capitaneados por las vanguardias de la intelectualidad y de la moda, por el inquieto y combativo estilo de colectivos filigraneros & so on.
En el cuartelillo de la autoridad competente, ha interpuesto denuncia una gallina ponedora (cuya identidad salvaguardaremos con respeto y sumisa obediencia a la altiva ley de protección de datos) por asalto a su honestidad e intento de violación perpetrados por un atrevido y calenturiento gallo, durante las fiestas de la localidad de Fuentedisparates del Río, que se celebraban a la sazón.
Llamado a declarar el imputado, manifiesta su intención de demandar a la gallina por un supuesto delito de fraude o estafa, toda vez que, establecidos los atisbos, pormenores y movimientos de aproximación que corresponderían a una previa intimidad, la gallina resultó ser otro macho disfrazado (algunas versiones dan por hecha una condición transexual o travestida) que naturalmente impidió con firmeza cualquier escarceo, no importando que el carácter de la intentona fuese abusivo o persuasivo, forzado o dócil y blandamente cortés.
En la actualidad, los jueces están estudiando el expediente para, en su día, emitir el apropiado fallo de esta relevante causa.
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