Se llevará este viento de levante,
que surge clausurando el mes de agosto,
la rémora abrumada de estos días
de obstinada invasión veraneante.
Recobrará la playa, poco a poco,
su natural sosiego y maravilla,
liberada del ajetreo loco
y la vulgaridad de las sombrillas.
Remitirá, ¡Alá sea loado!,
la multitud gregaria y desmañada
con su torpe y molesta algarabía,
doblando el cabo de la temporada.
¿Qué queréis que os diga?: es un tormento
el turismo masivo. Un feo invento,
desbordante de ruido y aspavientos.
Querido forastero, moraleja:
"Que Dios te dé salud
como descanso dejas."
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