miércoles, 24 de abril de 2019

Trance

La joven ayudante, antes de conectarle la aguja del suero, le preguntó:
-- ¿Viene Ud. solo?
-- Ya...
No será el único caso. De modo que quizá no tuvo que componer ni disimular un gesto de desconcertada piedad; "un viudo sin hijos", pensaría.
Le hizo las preguntas usuales sobre reacciones alérgicas, intervenciones quirúrgicas previas, medicación habitual, etc. y le indicó que fuera desvistiéndose y se enfundara (es un decir) en esa suerte de batita que queda abierta atrás y se mediociñe con un lazo que, al menos, no era amarillo.
Luego, y poco antes del comienzo estricto de la cuestión, el doctor le hizo una broma, para la distensión que probablemente ya iniciaba el sedante.
-- ¿Conoce Ud. a papá Pitufo?: se le parece.
-- Entre Santa Claus y Hemingway, somos muchos con la barba blanca, contestó, mientras de paso alcanzaba a pensar que sus referencias culturales no parecían próximas, paciente veteranísimo y médico joven, seguramente con una crianza inclinada a otras aficiones. Por otra parte, omitió la alusión al oso polar, especie en triste peligro de extinción.
Ahí, perdió el hilo; y parece que la consciencia.

Ahora intentará hacer que la aprensión que tiene a esas situaciones desaparezca... ¿hasta otra?
Y hace estos dibujos en el porche, en la casa, sopesando cada fragilidad, cada incertidumbre.

2 comentarios:

  1. Mucho ánimo querido amigo en este trance sobrevenido, ya te has visto antes en peores plazas y has salido airoso. Estéticamente te veo más en "línea" de Valle Inclán, lo siento.
    Un gran saludo desde Aluche.
    Suerte y salud.

    ResponderEliminar
  2. Mucha suerte y buena salud, querido y admirado maestro. Y Papá Pitufo... en fin, no pareces, no. Un abrazo.

    ResponderEliminar