Y a ello ha contribuido de forma no menor la certidumbre de que, tras algunos meses en período de prueba, y sin mayor esfuerzo, antes bien con gozo novelero, se ha incorporado, instalado, implantado (que cualquier cosa así vale antes que el implementado vicioso que nos aqueja) una singular expresión que cunde como las manchas de aceite de oliva virgen extra y que tiene visos de permanecer entre nosotros por toda la eternidad.
¡Españoles!: acojamos sin reticencias, demos la más jubilosa bienvenida (descartando los, se ve que despreciables y ruinosos, casticismos de bulo, infundio, rumor, etc.) a las FAKE NEWS.
Celebremos sin ambages, entre palmas triunfales y otros ornamentos de carácter festivo, la creciente marea de ilustrados y políglotas de mesón y tertulia que, fijo, prevalecerá sobre cualquier objeción tímida que pudiera asomar su penacho desde el más remoto confín de la resistencia.
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