Gloriosa en la recargada aunque innegable estética de los salones, los jardines, el vestuario, los fastuosos tapices y demás ornamentos que con profusión decoran y resaltan los ambientes de "La Favorita", las tres mujeres, máximas de tiranía y de intriga, de ceremoniosa perversión y de corteses hipocresías calculadas, comparten la pasión y el protagonismo de esa historia de tensiones y ambiciones.
Hay un trasfondo de costosa guerra y de intereses políticos, pero lo fundamental vuelve a ser ese eje erótico del poder más las electricidades fisiológicas, las hormonas, las histerias y sus turbios vasallajes, el estragado tirón del rayo que no cesa.
Algunos diálogos cortantes, donde la amenaza tiene su aposento, y ricos pasajes de la música en la banda sonora, hacen también de este peliculón un extraordinario espectáculo, cuya brillantez enganchará con soltura a los espectadores, a pesar de la escasa, o nula, calefacción de la sala, en la matinal de una jornada cualquiera.
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