viernes, 15 de febrero de 2019

Al costado de la Catedral

Cincuenta años pasaron
y está claro que no quedan
las ingenuas iniciales
que grababas en un roto
revoco de yeso fresco
al costado
de la Catedral de Cádiz.
(Vienen hoy a tu memoria
aquellas primeras veces
de la amante prodigiosa,
delicada, cariñosa,
que te estrenaba la carne.)

Y ahora,
cruzas la avenida al mar:
lo que sí queda es el agua
--ese otro deslumbramiento--,
para seguir, de momento,
insistiendo en tu soñar.
Soñando en vano, insistiendo.
Y en la plaza de las Flores,
la añoranza,
tantos recuerdos y amores,
le comentas a un amigo
que te dice con templanza:
--¿Genio y figura, Rodrigo?

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