("Plegablito" en el dique seco, reparando calderas. Por eso, hasta hoy no he podido trasladaros estos versos.)
Te ocultas a mis ojos, sabedora
de que no habrá más oportunidad
para vernos las caras como ahora,
con tanta y pertinente propiedad.
Por la televisión profusamente,
con prodigalidad nos lo anunciaban;
y la Almendrita, oportunamente,
en tal sentido anoche me llamaba.
(Que está en la edad de sueños y quimeras
y siendo de tal palo, tal astilla,
seguramente es como yo era:
asaz aficionado
y observador de temple moderado
ante determinadas maravillas.)
Y cuando hoy me asomo a la ventana,
te dejas ver de plata y vainilla,
redonda estatua, clásica y romana
que ilumina el jardín en esta villa.
Que más tarde en el mar, como procede,
te hundirás para darle paso al día.
(Espero que me queden
muchos amaneceres todavía.)
Y si anoche, rojiza cortesana,
te escondiste de mí,
te recobro, elegante, esta mañana:
yo te prefiero así.
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