Aunque, de manera esporádica, otros intervinientes procesionan en mi personal séquito, los dos edecanes que más figuran en él son el ESPIDIFEN* (del que alguna mención tenemos hecha ya) y el FRENADOL, ambos diversos en sabor y afines en su relativa y algo tímida efervescencia. Para su singular disolución, a veces empleo agua mineral con gas (que ayudaría a compensar esa debilidad de carácter) vertida en un vaso que con nostalgia sarcástica reza MARTINI.
Lejos queda ya aquel traidor REDOXON, cuya frecuentación extrema me produjo, años atrás, una serie de cólicos nefríticos y que, una vez descubierta su alevosa insidia y su sedición perversísima, fue desterrado con todos los "deshonores".
Bien es verdad que los primeros han compartido en la última década las responsabilidades inherentes a su cometido con el ATACAND; y que, otrosí, dieron cortés y hasta galante acogida a la SIMVASTATINA*, que es la única chica en la comitiva vigente.
Entre todos, y con el concurso admirable de los que se espera que irán incorporándose, vamos haciendo camino al andar, un itinerario que ahora me hace recordar títulos de canciones: "The long and winding road", "Bridge over troubled water" y otras. O lo que en algunas prisiones USA llaman el Corredor, etc., que nuestro clásico glosaba antaño con lo de "Recuerde el alma dormida..." etc.
* Sobre la ortografía correspondiente, existen discrepancias de interpretación en las sesudas ágoras que en esas delicadas delicias diluyen sus diletantes delirios (¿"se" fijáis?). Los más latinos suelen injertar alguna Y griega o alguna S líquida; y son de inmediato tachados de lirismo arcaizante y veleidoso por los de escuelas materialistas que propugnan, pedestres paranoicos del pragmatismo (otra vez), las ventajas de la inmediatez y la funcionalidad.
En numerosas sesiones bizantinas se han encrespado las controversias al respecto y surgen ya movimientos antisistema que abominan con virulencia de esas dos líneas maestras de la ortodoxia, a las que califican como paradigmas de decadencia, obsoletas y despreciables señales residuales y ancestrales (ya digo) de una civilización que irremediablemente se extingue.
De forma periódica, todo ese tumulto académico resuena en los oídos del público, torturados ya en exceso por los programas de insolente mixtificación musical que la televisión, con frecuencia tosca y desdeñosa del arte, incluye dentro de sus habitualmente deformantes y torpes iniciativas.
Querido Rodrigo: Veo por tus "debilidades farmacéuticas" formas parte del "pack" del jubileta, (tensión y colesterol). Ahora permíteme un chiste de esta cofradía de principios de los ´70, el único anticonceptivo que vendía la farmacia era "REDOXON", había que leerlo al revés. Chiste inocente donde los haya. Salud amigo, desde Aluche.
ResponderEliminarSepa Vuesa Merced que Pionono sirvió como soldado en la Primera Unidad de Tropas de Farmacia, vistiendo con el mismo garbo la blanca bata y el gorro cuartelero. Ello le da sin duda autoridad para hablar de la materia tratada. Sentado lo anterior proclama las bondades del Ibuprofeno y de la casi injustamente olvidada cafiaspirina.
ResponderEliminarLa cantata Laxaton de Les Luthiers no cura la salud pero alegra el espíritu
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