Los satinados y los fariseos de la "ternura blandiblú" manifiestan a coro lo inconveniente que puede resultar el posible encierro en la cárcel de esos prematuros, precoces DELINCUENTITOS, porque el trato con adultos de su ralea, seguramente contagioso, los terminaría de echar a perder, los volvería irrecuperables.
Eso sí que es hilar fino: irrecuperables son las víctimas, las personas de buena o meramente normal conducta que viven con temor y zozobra el irrecuperable peligro de esos salvajes sueltos, o mal controlados en instituciones mucho más elásticas que rigurosas, cuyos arriesgados experimentos no hacen más que aumentar la indefensión y la estupefacta y asustada congoja de unos corderos que permanecen a veces silenciosos o, en vano, desolados, balando/clamando en el desierto.
A lo mejor, lo irrecuperable debe empezar por aquí.
No puedo decir otra cosa: estoy totalmente de acuerdo. Hoy en día preocupan mas los derechos de los delincuentes que la seguridad de sus víctimas. ¡Vaya tela!
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