Transidos de una gloria victimaria, de mínimos "heroísmos" y martirologios, salís como de un friso teatral a proclamar -- la mirada en el horizonte, el desafío, en el gesto -- vuestro rechazo frontal de la Justicia española y los tribunales que la imparten. Pataleta y rabieta; mohínes pueriles de enfrentamiento que un puñado de acérrimos pancarteros festejan y aplauden, para convenceros del "papel histórico" que en los anales venideros os concederá la posteridad. Ya, ya.
Otro día, diferentes trogloditas se negarán a reconocer el cometido regulador de los semáforos y todo el entramado de las señales de la DGT. Total, ya puestos...
Pero perded cuidado: los tribunales españoles y los semáforos sí os van a reconocer y, si no se tuercen del todo las cosas, os irán pasando la facturita que os corresponde como eximios majaderos, porque no es plan que, sin ser ni de lejos más guapos, listos y altos, se os permita eso tan folclórico y taurino de ponerse el mundo por montera.
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