Inspirados en el cobarde y fullero ejemplo de vuestro embustero y fugitivo cabecilla, ya os vemos las mañas reculadoras que os servirán para que "el Estado represor", como os gusta decir a los calumniosos, no os ponga las peras al cuarto tanto como seguramente os merecéis.
Lo curioso del caso es que la chapuza de vuestro fingido "arrepentimiento", de vuestros presuntos acatamientos de última hora a esas leyes que con insolente soberbia fueron repetidos objetos de vuestra transgresión, posiblemente no tendrá mayor efecto en la actitud de los tercos e hipnotizados que os secundan.
Y que esa misma miseria, esa escandalosa falta de coherencia y de gallardía servirán quizá de moneda, aunque falsa, para pagar en parte la imperdonable deuda que deja vuestra gestión ruinosa y malintencionada y que, no muy bajo cuerda, ya estáis tratando de reeditar, hatajo de sinvergüenzas, mientras los papagayos/ametralladora (que apenas respiran en las tertulias para imponerse con el parloteo paranoico, defensor de lo indefendible) sólo aumentan con ello vuestro descrédito y la evidencia clamorosa de vuestras mentiras y de vuestra delincuente sinrazón.
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