La sarta de mentiras que has vertido
deliberadamente en esa carta
ni por su longitud ya nos asombra,
ni por sus evasivas de lagarta.
Lo curioso del caso
es la enajenación y el fanatismo,
y la epidemia de sarampión
con etiqueta de separatismo,
que en una parte de la población
(que controlas comprada o sometida)
se ha instalado con tintes de pasión
y de tensión mendaz y fratricida.
¿Un "mandato", aquella charlotada?
¿Una "proclama" que nace abortada?
¿Una ley de conejo en la chistera?
¿Con longaniza ibas a atar los perros
y, al adorar el oro del becerro,
estarían encantadas las empresas,
entre algodones, dichosas, ilesas,
satisfechas, dentro de tus fronteras?
Dignas del más glorioso frenopático
se muestran tus chapuzas delirantes,
y a este paso resultas ya antipático
incluso a tus secuaces y ayudantes.
¿Te dará Dios salud
cuando descanso dejes,
deponiendo algún día tu actitud,
tus redacciones tramposas de hereje?
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