Desayuno.
Relectura de El Aleph, de JLB, en el sillón predilecto del porche delantero.
Una nueva Gillette ("lo mejor para el hombre"), de manera que el afeitado de hoy será minucioso, prolijo, demorado, mientras la música de fondo queda a cargo de Camarón, por alegrías, que es una cosa que "pa qué".
Un riguroso paseo de una hora, hasta Los Pescadores, en la primera pista de la Barrosa.(Hay gente, ansiosos bañistas precoces, a remojo y al sol; y, por el paseo marítimo, familias, parejas con o sin críos, personas con o sin perros, ciclistas -- que no están autorizados por ahí, aunque ellos, claro... --, invictos caminantes adictos al footing o como le digan a eso, etc.)
Almuerzo con horario europeo.
Ducha.
Selección de vestuario.
Cine en Cádiz, primera sesión de la tarde. (Una escasa docena de palabras para solicitar de la taquillera la entrada preceptiva.)
Cuando luego regrese a casa, que es donde mejor se está, ya sé que en el teléfono encontraré la sentencia consabida: "Bienvenido a tu buzón de voz; no tienes mensajes".
Voy y vengo en el navío de los arcos de acero, escuchando "CANZONE" de Lucio Dalla y "SENTIMENTO", de la Piccola Orchestra Avion Travel, espléndidas ambas, luminosos recuerdos del viaje a Italia, de las conversaciones con Fioroberto.
¿Y han pasado ya once años? ¡Qué desolación!
12 han pasado ya y ayer volví a estar en esa buhardilla que tan buenos recuerdos me trajo. Se nos va el tiempo.
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