-- No pensé que iban a ser tan detallistas, tan rigurosos; total, parecía una pijada...
-- Pues parece mentira que no los conocieras, de tantas otras veces.
-- No sé, supuse que no lo tomarían en cuenta. Pero ya me extrañó, el otro día, que te hicieran todas las pruebas menos ésa. Y cuando al final me dijeron que tenía que traerte otra vez... En fin, la comprobación de David of the Love tampoco resultó difícil. Y surtió efecto: el testigo luminoso que se te quedaba encendido en el salpicadero, se apagó. Y esta mañana me faltaba cruzar los dedos cuando volvimos para la segunda revisión.
-- Bueno, hemos superado el examen. "Un añito más", concluyó hoy el inspector de turno al devolverte la documentación. Y ya te iba notando la distensión, de regreso a casa.
-- ¿Sí?
-- Desde luego. Y en esa manera mimosa que tienes de conducirme: luciéndome.
-- Anda que te pareces a Lázara.
-- ¿A quién?
-- Un personaje de García Marquez que sentenciaba que "... lo que pasa es que la coquetería es un vicio que no se sacia con nada".
-- Ya te puedes aplicar el cuento.
-- A los dos podría cuadrarnos el dictamen. Pero lo cierto es que juntos hacemos una fina estampa de veteranos.
-- Y que lo digas, bombón.
-- Tú más.
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