Más decepcionante que ambicioso, el homenaje que, a su mayor y vanidosa gloria, ha perpetrado Ben Affleck en "Vivir de noche", da la medida de su llamativa frialdad, de sus nebulosos recursos expresivos y de un oficio que no luce en su múltiple cometido como actor principal, director, guionista y a saber cuántas cosas más.
Sólo los preciosos automóviles de época y los atuendos ídem. hacen el gasto, con algún que otro secundario de carácter, en esa cinta de la que bien se puede prescindir.
No diré lo mismo de "Lion", título que el pijo esnobismo de los distribuidores ha estimado indigno de la traducción, con lo fácil que resultaba en este caso, y que, por contra, con un bellísimo tema musical en la banda sonora, dispara una lanzada de sentimiento y emociones, ingredientes que se echan de menos en la cartelera habitual de estas semanas.
La Kidman, hermosa y serena, en su maduro papel. El mozo, apuesto y bondadoso, en el suyo.
Y el desamparo, el hacinamiento y la miseria de Calcuta, etc. que no son cosa de ficción, sino crueles y odiosas realidades pendientes de corregir, mientras que aquí hacemos el indio con nuestro desaprensivo e insolidario estado del bienestar, joder.
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