Las veces que, evocando tus hechuras,
a la mente me viene una odalisca,
es por la curva hermosa en tu cintura,
por tus muslos, de piel tersa y oscura,
que no auguran tu condición arisca.
La picardía, el fuego de tus ojos,
¿me considerarán como un amigo
o traerán, orgullosos, consigo
la afilada saeta de tu enojo?
Más complaciente y dulce te quisiera
aunque ya vamos viendo que me esperan
la lanza de tu Oriente, la tortura
por esa hermosa curva en tu cintura.
Solo a solas con la imaginación,
y a riesgo de explicarme con pobreza,
ésta es mi letra; ésta, mi canción.
Este sueño indeleble, en mi cabeza.
A la hurí:
De Chiclana,
más o menos, a tres de la mañana.
Anda... dime que sí.
La misma hora, motivos diferentes.
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