La blandura, la cobardía con la que el Gobierno (con mayor o menor apoyo de sus compinches, incluso con las presiones y variadas complacencias de la peor izquierda) va cediendo paso a paso en sus "diálogos" y "negociaciones" con los políticos separatistas, será inútil.
Y muy perjudiciales los gestos de favoritismo; la humillante tolerancia con los cientos de desplantes que a nuestros valores, símbolos y propósitos compartidos de convivencia y democrática igualdad, a un ritmo creciente y de permanente provocación, contemplamos a diario.
Para rendirse ante la extorsión, no es necesaria tan completa porquería.
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