martes, 27 de diciembre de 2016

Descalza

En la calle, tres coches:
Uno, de no sé quién.
El mío, que llegaba.
Y, cruzando delante, andabas hacia el tuyo, tú, desconocida, con la melena y la chaqueta largas y, en la mano, los zapatos que cubrieron tus pies, que ahora volvían con los restos de arena de esta playa.
Para mañana, que es el día de los Santos Inocentes (aunque a la impía Carmena seguramente le parecerá otra fiesta cristiana, es decir, reprobable), te dedico estas líneas, inocentes también, que el Hipocampo envía, teñidas de añoranza insatisfecha, desorientadas de indecisión, a medias arrepentidas, y originadas por causas que no conoces, que acaso a nadie importan.
¿No sabéis? Es la tenue, y al tiempo pesada, losa sola de la soledad.

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