En tu torso, el relieve
de unos senos tan breves
que apenas se señalan.
Y por tus pantorrillas
la doble maravilla
curva, de colegiala.
Luego, los rizos persas,
la cobriza y diversa
melena seductora
que en conflicto parece
y, al cabo, se merece
tu encanto de señora.
En brillo y en tamaño
no han mermado los años
la magia de tus ojos,
su expresiva intención
que, de este corazón,
liberan los cerrojos.
Y así, cuando te veo,
me vuelven los deseos
de decir lo que callo.
Mas la edad nos separa:
¡Quién pudiera y mirara
y jamás al soslayo,
sin haber nunca nada!
No hay comentarios:
Publicar un comentario