No parece surgir protesta de tipo alguno entre las feministas, por la discriminación que la Orquesta Sinfónica de RTVE consiente entre los profesores (damas y caballeros), en lo tocante al vestuario con el que se presentan en los conciertos.
Mientras que los profesores, acaso con resignación, van de riguroso y homogéneo uniforme, las profesoras dan alas a su fantástica y "femenina anatomía", optando por prodigarse en cierta variedad de vestidos que, manteniendo, ¿eso sí?, el sobrio y ceremonioso color negro, divergen entre sí, con y sin mangas, faldas de distintos vuelo y longitud, incluso algún que otro pantalón, escotes que inician o plantean pronunciamientos no desdeñables, cíngulos de brillos llamativos y delicados, pasamanerías, complementos, etc.
Me parece de perlas, que también las hay. Aunque ¿cabe echar en falta las frenéticas exigencias que, con tan encrespada demagogia, se esgrimen en otros casos?
¿Esa sagrada igualdad de beligerantes reivindicaciones que con frecuencia sirven a la demolición de otros supuestos, no precisamente orquestales?
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