¿Qué escribiré que no enciendan tus celos,
sin que tampoco para mí te vuelvas
un témpano de hielo?
¿Valdrá acaso el recuerdo vigente
que, en la antigua inocencia,
me hacía desearte tan ferviente,
tan devoto de amor por tus turgencias?
¿Unos versos que, como un cascabel
o un racimo de uvas moscatel,
se van trepando por tus candilejas
para cantar a través de tu reja
un madrigal de miel?
¡Cuánto ardor, qué lejanos
el calor amoroso
y aquel poder que sobre mí ejercieran
tus manos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario