Los domingos, la pequeña explanada del aparcamiento, junto a la Clínica, permanece casi vacía, con unos pocos coches que quizá son de los empleados, de los médicos de guardia.
Pasa por delante, jinete en el Clavileño.
Ya ha cambiado el tiempo, ha refrescado, y hay que rectificar la vestimenta. Se prueba las chaquetas de motero: algunas le han quedado grandes; otra, la ha recuperado, de forma inverosímil, y combina muy bien con los guantes color mostaza, los vaqueros recientes, las botas del archivo.
Se pregunta por esos coletazos triviales de tardía vanidad; reflexiona sobre esa independencia aparente y, sobre todo, costosa, de las postrimerías.
Y anoche, viendo en TV1 "Un paseo por el bosque" sintió el hondo reflejo, la identificación con más de cuatro cosas.
Desde luego, antes de salir, deja corridas las cortinas del salón. Por si no vuelve.
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