Desde que te llevó la grúa (conmigo y "el Gordo" dándote cortés escolta) hasta hoy, han transcurrido 16 largos días de ansiosa espera.
Y por fin, esta tarde, llamaron desde el taller para avisarme de que la reparación ya había sido efectuada.
Me faltó tiempo para correr a tu rescate, con un regular dispendio de medios que, si se prorrateaban, no iban a ser tan improcedentes.
Ahora hemos vuelto a casa, al jardín; hago votos porque tu salud (en ocasiones frágil, delicada) no me cause otro sobresalto. Por lo menos en un lapso aceptable de tiempo.
Mañana lloverá, según dicen los sosos hombres y las guapas chicas del tiempo. Pero, aunque te mojes de lo lindo, resulta reconfortante tu presencia, tu aspecto de gran pastilla de jabón, gris metalizada, de nuevo aquí al lado.
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