En sólo una semana ya te ves
como el residuo que un vendaval deja;
y el barro presumido de tus piés
no sostiene tu pretensión, ya añeja.
Eres, sin más, otro juguete roto
a quien propios y extraños ya trituran,
a la fuerza bajado de la moto,
pagando, inevitable, la factura.
El cerco bobo de tus corifeos
se desvanece ya a tu alrededor
y es el bandazo de los fariseos
y de los extinguidos palmoteos
que daban a tus humos de impostor.
La discordia sembrada en tu partido
no tiene fácil ni buena costura,
y se va a pergeñar entre bufidos
y zafios versos de falaz cesura.
En fin, espero que tu mausoleo
te dure mucho más que el veraneo
y que tus tercas frases de bloqueo
se queden en berrinches de pigmeo.
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