(Versos al trote)
Salen los grillos por el jardín
y saltan, negros, en el gramón;
frotan los élitros sin fin,
insistentes, con gran ilusión.
Sus señales apasionadas
no siempre reciben respuesta;
sonando alto en la madrugada,
dan tregua durante la siesta.
Los entomólogos ya saben
de qué va su comportamiento,
la rara música de su clave,
su tenaz enardecimiento:
amor que de extraña forma
emite su interrogatorio,
y, si otra grilla corresponde,
la noche será de jolgorio.
Mas, ay, que no siempre sucede
el lance feliz y nupcial,
si el madrigal del grillo no puede
encontrar la pareja ideal.
El Hipocampo reflexiona
y el Tiempo, desde el acuario,
pasa despacio las cuentas
inflexibles del calendario.
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