Con la más estruendosa y afamada ganadería, terminaron los encierros de San Fermín.
Envueltos en la polémica de toros sí, toros no, y en otros lances y aconteceres de distinto y muy lamentable signo.
En nuestros lares (me refiero a nuestra vapuleada España) se están perdiendo los modos y los modales y nada justifica las barbaries que estos días se han cometido.
Pasarse de copas, que es peligroso asunto, allá la factura de cada uno; pero traspasar los límites y desembocar en la atrocidad salvaje de las agresiones es otra historia que no se debe consentir por muy "revolucionarias" y plebeyas corrientes que nos agiten el mapa.
El santo, en su hornacina, recibiendo los cánticos (¿un poco forzadas las rimas, los acentos fonéticos de la versión en vascuence?), con su tiara, su báculo y los dedos que bendicen a la multitud, que se comporta o no se comporta, según.
También parece que alrededor de la fiesta se amortiguasen otras cuestiones que afectan a Navarra y a su más o menos resuelto propósito de no dejarse absorber por el colonialismo vecino. Veremos.
TVE luce una espléndida transmisión que incorpora nuevas y versátiles tecnologías y que, como cada año, muestra ocasionalmente el rótulo de "TEJIDOS RODRIGO".
Vaya.
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