Auspiciado por el País, ese periódico en cuyas reiteradas y azuzadoras trampas Mariano no suele caer, se convocaba anoche un debate para que se expresaran/explicaran los cantantes solistas de las cuatro orquestas que con mayor empuje aspiran a amenizar el baile de los años próximos.
Para no dar ocasión al clásico todos contra el PP, el registrador galaico no entró al trapo, declinó su asistencia y, con su atril vacío por testigo, tuvimos oportunidad de ver otra vez la talla escasa, la vacua mediocridad, la rutinaria retórica surtida de lugares comunes, promesas facilonas (con vaporosas o inexistentes fórmulas de financiación) que "lucieron" Rivera, Iglesias y Sánchez, quien resultó el más fatuo, el que más divagó y se anduvo por las desorientadas ramas, volviendo a confirmar su inconsistencia, la improductiva levedad que lo acredita como inane fotocopia (y, como tal, lamentable) del "cejas".
Iglesias repitió su catecismo con su conocido tono erosionador de soviet apenas reciclado; y Rivera estuvo voluntarioso pero ya algo agotador en la insistencia de sus recetas.
Apaga y vámonos.
Menudo coñazo que nos largaron, empezando por el presentador y terminando por el coletas. Marica el último.
ResponderEliminarA bote pronto se me ocurre;
ResponderEliminarEl debate con uno mismo ha cambiado ,
ahora la cuestión no es tanto ser o no ser como estar o no estar,
la voz cantante está entre bambalinas
y los demás componentes del coro sólo son titulares de mercadillo,
la actualidad se sirve en un bocadillo de garbanzos crudos
y mientras que el gaitero de Hamelín
se frota las manos detrás de un atril vacío,
los seminaristas reprimen su incontinencia urinaria
recitando de carrerilla en su catecismo laico
los puntos básicos de su programa electoral.