tiene demostrado un considerable talento y una personalidad no frecuente en su modo de cantar (sugerente timbre de aspereza y mimbre remoto de acaso andaluzas raíces) y también en las querencias y motivos que dan origen al sentimiento, a la expresión de la vida y los sueños que quedan reflejados en las canciones que escribe.
Precisamente por eso, no merece que, cuando en televisión lo inducen o comprometen a que cante en directo con un piano por todo acompañamiento, lo pongan a los pies de los caballos de la incompetencia, la negligencia, la insensibilidad, la ignorante sordera en suma, de un presunto técnico de sonido que demostró en la tarde de ayer su gigantesca torpeza, su incapacidad para establecer una elemental relación de volumen entre dicho piano y la voz del intérprete que era parcialmente engullida por el instrumento acompañante incluso siendo éste manejado con prudente y sencilla ejecución.
Los cantantes verdaderos no temen demostrar y probar su valía; pero no hay derecho a exponerlos a la bastarda y contumaz arrogancia de los desafíos a los que con propósito provocador los somete la televisión.
De sobra sabes y por qué motivos no podría estar más de acuerdo contigo, maestro
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
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