Ni
Rafa Nadal en sus más ciclópeos esfuerzos.
Tanto
les llamó la atención, que revisaron y repitieron las pruebas para cerciorarse
de que aquella cifra, aquel porcentaje eran reales, auténticos, y no la
desafortunada consecuencia de un cómputo equivocado:
40.000
unidades de CK.
Alguno
debió pensar: “de ésta no sale”.
Él
mismo, días más tarde, consideraba la posibilidad de ofrecer aquel récord al célebre y pomposo libro de
internacional renombre, relleno de letras N y S.
– O sea, ¿que era más fuerte de lo que parecía?
– Todavía no está claro eso. Al tiempo.
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