Sumando la clásica delicadeza espiritual
que suele darse entre los “aficionados” con la condición netamente cafre, el
comportamiento de la horda fue un exponente grandioso de grosería, falta de
respeto y otro tanto de educación.
Los más salvajes remataron luego la
trifulca vandálica, ya en las calles de la ciudad.
Y claro, Arturo siempre azuza y bendice
estas “expresiones” como quien él mismo es.
No hubo sorpresa sino bochorno en el
escándalo ocurrido en ese campo de fútbol. Ni en las frases bajunas, cínicas y
retorcidas de los maniobreros que vienen intoxicando a la gente para exprimirla
y mangonearla con más facilidad.
Mal asunto que la cobardía y las
componendas infames de los sucesivos gobiernos y la deslealtad y la ceporra
mezquindad de algunos de sus representantes regionales nos hayan fabricado esta
situación que sólo merece los peores calificativos.
Por cierto, “valientes”: ¿os ibais a
atrever con otra monarquía, la inglesa, por ejemplo?
Aunque siempre queda la posibilidad de
reeditar nuestro célebre “MARRONAZO EN 3 ACTOS”:
Acto 1º: en vista de la hostilidad del
gallinero, el Rey se marcha, dejándonos por imposibles.
Acto 2º: nos pasamos una temporada
revolcándonos en nuestras más deleznables querencias.
Acto 3º: los militares nos diseñan la
solución.
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