lunes, 20 de abril de 2015

Para este reencuentro



que con tal parsimonia hemos venido aplazando, quiero yo que, tomados de la mano, demos juntos los pasos que soñé en mis esperanzadas fantasías.
Como un rito sagrado te propondré el acercamiento, la gozosa pérdida de estas nieblas postreras de nuestra vergüenza; el tacto inagotable.
Una nomenclatura secreta, pícara y tierna a la vez,
para designar los íntimos regalos que nos tenemos destinados, tú y yo;
para realizar, aunque venga a ser posible sólo en nuestro ahora, aquella decisión que nunca nos atrevimos a tomar:
la de haber comenzado estas caricias, ya cuando éramos niños.

Si me quieres, aquí estoy, Vanesa dixit.

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