Me costaba sacudirme la pereza diaria. La fácil comodidad
del sofá, de la “heredada” chaise-longue.
Pero me sobrepuse y rechacé otra tarde más, flotando en el sopor somnoliento de
los cotilleos vespertinos por televisión.
Ahora he tenido que aprender a consultar la cartelera de
los cines por el “internete”, aunque no es lo mismo, y me decidí (miércoles,
día del espectador, 3´70 “leuros”) por la reciente peli de Johnny Depp, que va
bordando el surrealismo de sus personajes locos y que aquí está como de molde,
para esta cinta algo frívola, algo trepidante, algo divertida, en la que pueden
verse coches guapos, espléndidas mansiones y chica con poco ruido y menos
nueces.
La peripecia del argumento entretiene y cuando uno sale
de la sala se encuentra con gusto la luz hermosa del Sur, primavera, ocho y
cuarto de la tarde.
Un blanco espumoso, italiano presumidillo, para la frugal
colación de esa noche, en copa grande de alto pie.
El Z ¡pasó la ITV! un año más. ¿Cómo podría ponderaros su
fina estampa?
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