que ya se veía que ibas de farol para que te dieran el
mando. Sólo que tus socios de la Comunidad Europea te concedimos la cortesía de
dejarte ilusionar/engatusar a tu gente con acarameladas promesas que tú mismo,
mejor que nadie, sabías falsorras y de imposible cumplimiento. Por aquello del
respeto a esa soberanía de la señorita Pepis que tanto cacareas. Que sí, que tú
y otros también, vale.
Pero bueno, es lo de siempre. Así que ahora (hasta Rajoy
te lo va diciendo), no tienes más que arriar los engallados banderines y
ponerte las pilas. Porque en España, que está haciendo sus propios y agotadores
esfuerzos, lo único que nos interesa es que devuelvas cuanto antes (y ya
contamos con que va para largo) el montón de miles de millones que se te han fiado,
a ti y a tus antecesores. Que supongo que te suena la palabra “herencia”: es
ese megalito, tan incómodo como inexcusable, que hace de respaldo en el ilustre
sillón de tu jefatura.
Lo que procede es que, en vez de echar balones fuera, te
portes como un hombre (o una mujer, elige tú) para que no quedes como otro nefasto
payaso*, otro tunante. Que ya hay demasiados.
*La palabra se usa aquí en sentido figurado. Y SIEMPRE
poniendo a salvo la dignidad del oficio de quienes honradamente lo son en el
mundo del espectáculo.
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