El Canal Sur de televisión se caracteriza por una
sostenida mediocridad y una insistencia obsesiva, casi patética, en La Copla y
derivados, empachosa y agotadora mirada a un ombligo que anda ya trasnochado en
demasía.
Como cabe, además, percibir su correspondiente
dependencia de los “hilos públicos”, no es emisora de mi frecuentación, como
espectador. Y no es que no se comprenda la necesaria conexión con los compromisos
y los localismos, pero…
En fin que, el pasado sábado, de casualidad recalé en su
sintonía y encontré, con no esperada sorpresa y por ello redoblada gratitud, un
documental precioso sobre Andalucía, dirigido por Juan Lebrón.
Así, sí. Y es tal la abrumadora hermosura de nuestros
paisajes, de nuestra geografía y ciudades, que no me extraña la salvaje codicia
con la que sueñan volver a invadirnos los guerreros del islamismo extremista y
del otro, cuando se reclaman descendientes añorantes de aquellos perdedores del
paraíso.
Otra cosa es, si sabrían valorar, conservar y mimar como
se merece esta tierra de María Santísima, cuando se apoderasen de ella. Que lo
dudo porque, a veces, aquí mismo ya nos quedamos cortos.
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