cantor de recio timbre de voz, barbado y curtido luchador
de la música, ya fallecido, contó conmigo en diversas ocasiones, cuando yo
militaba en las aguerridas y revoltosas huestes de los instrumentistas de
sesión, Madrid, siglo XX.
Más de una noche, en veteranos estudios de grabación,
redondeábamos sus producciones con fermatas e improvisaciones de inspiración
aceptable, hasta de gustoso lucimiento y presentable brillantez. Con algún codo
con codo, pícaro y divertido entre Luis Cobos (que ahora dirige la AIE, ¡Alá el
Grande, el Misericordioso lo ilumine y lo preserve de la tentación!) al saxo y
yo con las guitarras.
Andando el tiempo, Galván versionó mi “Sólo pienso en ti”
que, con orquesta de Luis, obtuvo resonante éxito en Argentina, y llegó a
estrenarme alguna canción más.
Como “Sirena de un mar de plata”, cuya letra reza:
CON TUS OJOS DE GACELA
QUE ME CELAN TUS PESTAÑAS,
TUS CABELLOS EN EL VIENTO
Y TUS MANOS DELICADAS…
A TU ALREDEDOR ESPARCES
TU SUAVE ACENTO DE NÁCAR,
FLORECIENDO SU CADENCIA
A LA LUZ DE LA MAÑANA.
Y TU ALIENTO PERFUMADO,
DIVINO, DE RISA CLARA,
ME MANDA UN MENSAJE ANTÁRTICO
EN LA MIEL DE TUS PALABRAS…
Y ESTA TARDE, TIBIA Y GRAVE,
ARMONIOSA, VERDE Y BLANCA,
TÚ SERÁS POR UN MOMENTO
SIRENA DE UN MAR DE PLATA.
En algunas galas acompañé a Manolo. Recuerdo, una helada
mañana de enero, camino de Mérida, el avistamiento de un Ovni (y no fue porque
viniéramos, tan temprano, de probar los amalgamados y temerarios vinos de un
barril que tenía en su casa). Perdimos al rato su pista. Yo, años después,
también perdí la de Galván, afincado en remotos predios pamperos o bonaerenses.
Supongo que, llegado mi turno, me lo encontraré, de ese
otro lado que nos aguarda a todos.
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