Aquerenciado aquí, que iba y venía. Y ha quedado una
brisa fina, que se diría tímida heredera del loco visitante que a algunos
trastorna.
El agua hoy, aunque siempre mantiene la seductora
perversión de sus cambiantes resplandores, presume de un azul inocente, casi de
cielo a las nueve de la mañana. Y hay un par de balandros, a distinta
distancia, que flotan con sin par, relajada elegancia.
Regaremos el gramón, los jazmines heroicos y
sobrevivientes, el ficus recién podado; lavaremos el coche grande en el jardín.
Y descartaremos poner música de fondo porque la vida ya la trae.
Después de un vistazo a los hibiscos, tan engañados por
este verano tardío y demorado que se prolonga fuera de fecha (noviembre ya,
quién lo dijera), nos daremos una ducha.
Y ya estaremos listos para cumplir, para asistir a la
cita que, días atrás, comprometimos con la niña de las tres ruedas. Vamos a
tomar el sol de este domingo, entre 50 y 70 Kms./hora.
Que nos vean los detalles, las perlas de Cleopatra, el
joven “estandarte” (resuelto con primor por Maritere) del signo de Scorpio,
ahora que anda en su apogeo.
Vamos.
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