El que habéis hecho los dos.
Uno, con la miedosa cautela de última hora, barato y
minúsculo capitán Araña, rebajando las bravatas del principio hasta una mofa de
crío maleducado y gamberro que saca la lengua al profesor.
El otro, aparentando una calmosa actitud, una flemática
superioridad que puede confundirse fácilmente con la cobardía, con la
ineptitud, con una floja irresolución de bobo grande.
Defrauda, deprime, preocupa que títeres, aunque
peligrosos, de ese jaez tengan en sus incompetentes manos pecadoras “el timón de la nave”.
“Fueraparte” (Herrera lo usa así), aburrís a las piedras,
ya lo creo.
Y por cierto, la verbena está lista para recibir, incluso
aclamar al primer salvapatrias.
Será difícil que os haga buenos.
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