Lo recibió a puerta gayola. Cosa que agradeció de
inmediato el respetable, como presintiendo que las expectativas se verían
recompensadas.
Y de inmediato, abriéndose de capa, procedió a elaborar
una serie de lances que ya evidenciaban temple, mando, una cadencia en el
ritmo, moderado y elegante a la vez, con mínimos, irrelevantes atisbos de
natural y residual inexperiencia.
Se creció en el tercio de banderillas, con unos quiebros
precisos y variados que levantaron murmullos de admiración, de aprobación
creciente.
Y luego, con la muleta, fue culminando la faena,
afirmando resultados que ya eran una realidad.
Con el estoque se lució a lo justo, mas con eficacia, y
dejándolo en lo alto, hasta la bola, y la plaza prorrumpió en un merecido
clamor de aplausos y vítores.
Ovación y vuelta al ruedo. Y una oreja.
Así, la joven diestra que, en alguna ocasión hemos nombrado
como la Dama de los Rizos, ha despachado a ese morlaco de cuatro años, 4 cursos
4, en la Universidad de Granada.
Enhorabuena.
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