Lo hemos apuntado tan pronto como el que más: te falta
rodaje.
Los que están en tu contra no desaprovecharán nada y te
van a criticar “lo más grande”, como se dice por ahí.
Con un cierto escalofrío contemplé tu gallardía, de pie
en el Rolls descapotable. Porque me acordaba de Kennedy, en descapotable de
otra marca, y aun sentado. ¡Chapeau, Majestad!
Pero, “como te digo una co, te digo la o”: no son asuntos
menores (como las bestias pardas puedan llegar a entender/no entender), el
aplomo y la lectura sin tropezones. Y te falta la campechanía y la torería
castiza de tu padre para salir medio airoso de tales y otros trances.
Así que una taza de tila para los explicables y poderosos
nervios que tu situación ha de procurarte; y mucho ensayo. A lo mejor ya te lo
ha dicho tu consorte: no sólo concentración, que va de suyo, sino también (“non solum sed etiam”) un ritmo algo más
pausado te ayudarán.
Los que estamos más bien de tu parte no nos merecemos
tantos sobresaltos, tanta tensión temiendo el siguiente traspié de una fluidez
que, de todo corazón, te deseamos.
Tu discurso, un poco largo quizá y convencional, tuvo en
cambio toda la adecuación y corrección que correspondían a la jornada. Y nos
deparó un final sobresaliente: la cita de la noble y sabia afirmación de
Cervantes, en boca del Quijote.
Un pensamiento tal, expresado por tamaño escritor y en
tan luminosa lengua, basta para sentir “el
orgullo y la satisfacción” y la motivación honrosa de ser españoles.
Deberíamos recordar estas cosas a diario.
(También sería preferible una gorra con algo más de
vuelo, de proporciones menos sucintas.)
Ojalá tuviese yo predicamento para decirte: “Tú, hazme
caso”.
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