A los foros decisivos de la “correcta” Europa, nos
proponen que enviemos, con nuestros desganados y decepcionados votos, al señor
Cañete.
De expresión bastante apacible y de aparente bonhomía, a
lo cual ayuda sobremanera la blanca barba de abuelete todavía joven y cierta
redondez en la figura, lo que por lo menos ocurre con este candidato es lo que
en general, con nuestros dirigentes: que se echa en falta arte y donosura, para
no andar torpe como el otro día.
Porque se me dirá que lo importante es la eficacia de la
gestión. Desde luego a los efectos prácticos e inmediatos. Pero un líder que
deberá lidiar con avezados semitahúres de rango internacional, quizá debería
concitar también adhesiones, incluso cierto entusiasmo en la platea. Y salirse
algo de tanta “normalidad” (por ejemplo, Vidal Quadras) nos vendría bien.
Sobre todo porque en eficacia de gestión, en pulcritud
financiera, ética y otras prendas así, la mayoría de estas castas gobernantes
deja mucho que desear. Y también nos tiene más que medianamente insatisfechos.
La Feria de Muestras Europea y los delegados que situamos
allí salen chocantemente caros.
La desproporción entre los gastos y los logros no es de
recibo, y cabe la posibilidad de que se desvanezcan un buen día los modos
pacientes y la mansedumbre de la doliente ciudadanía. Nada que nos sorprenda,
luego.
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