En Cadaqués, a 7 de junio de 2006. Aquí
estuvo Dalí, o eso dicen. Sabemos que despertó, o provocó, estupor, devoción,
adhesiones, incomprensión, hilaridad....
No conocemos nunca los caminos por los
que nos dirigen a los destinos que nos esperan.
Hoy, carajillo adelante, ¿quién podría
barruntar el final que nos aguarda, la ya marcada fecha sin retorno?
De aquellos mínimos lances, he recordado
alguna vez la estúpida insolencia de un encargado de restaurante al que
unilateralmente le parecía gracioso ejercer de tirano/payaso con los clientes,
decidiendo por ellos (y sin solicitar la aquiescencia, como todo subordinado
debe) qué les serviría de comer.
Claro que pinchó en hueso en aquella
ocasión, haciendo pasar un bochorno inmerecido al colega catalán que, tan de
buena fe, me llevara a cenar a tugurio tan frívolamente gestionado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario