Poderoso, tangible y de un momento a otro, con asombroso
efecto y velocidad, tras la locuacidad incontenible, desatada de las casi dos
semanas transcurridas.
El hipocampo lo nota alrededor, encima, ya de vuelta en
el auto, creciendo a medida que entra en la casa de la que, cada vez más, forma
parte en una extraña pero clarísima amalgama de huesos y cosas, de insomnios,
luces, pensamientos, sosiegos sagrados y, con mal viento, temibles imágenes de
situaciones de vértigo y dolor.
Dejándole la arena entera al calmoso aunque implacable
metrónomo que quiere llegar a ser el reloj redondo de los números arábigos (que
un día viniera desde la Plaza de San Pedro sevillana), se hace presente y se
apodera de todo lo demás.
Es, con todas las mayúsculas que podáis recopilar.
El silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario