A lo mejor deberíamos eliminar los indultos, que son esa
cosa arbitraria que enmienda la plana a los tribunales de justicia para favorecer
casi únicamente a los poderosos, los influyentes, los enchufados…
Que cada palo aguante su vela y que el que la haga, la
pague.
Si no, el cínico favoritismo de esos indultos doblará los
agravios comparativos, los abusos de toda laya, la incitación al delito para
los que suelen tener las espaldas cubiertas, que no mojadas.
Si no, será infinito el bochorno en las conciencias de
las personas decentes, la irritación pública podrá ir en aumento y ¿en qué
punto explotan las ollas a presión?
Con sobrada claridad se está viendo que el paisanaje anda
cabreado y con razón, porque las cosas van de mal en peor. Y también se nota
con cuánta facilidad prende la chispa, avivada por agitadores y rebeldes de
variopintos salvajismo y barbarie.
Lo de Gamonal va siendo pretexto rápido para más de 30,
dicen, movilizaciones/algaradas por todo el mapa. Fuera de que es un ejemplo
lamentable y preocupante, apunta a lo mismo: a que no está el horno para
bollos.
La gente al mando, ¿cree de verdad que no hay límites,
que su impunidad será perfecta y duradera? ¿Continuarán la alta orgía privada
de desentendimiento e insolidaridad, la dirección imbécil, los fallos
garrafales sin dimisiones ni indemnizaciones, sin culpables en el trullo?
¿Es mucho pedir un poco de reflexión, de elemental
sentido común?
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