Se pierden a menudo.
Y van dando lugar a escenas grotescas como la del
lanzamiento de tartas, qué triste desperdicio, a la cara de doña Yolanda; como
la escena del energúmeno que, con no disimulado propósito de intimidación,
increpaba a Rodrigo Rato el otro día, agitando una sandalia de aspecto puerco y
“perfumado”, en nada menos que comparecencia en “honorable” sede política o
así.
Me da que el género digamos que humano puede deslizarse
con facilidad al exceso y enseguida le queda ordinario el carnaval.
Uds. recordarán, estos años pasados, la repetida
ocurrencia de poner en marcha iniciativas diversas a fuerza de calendarios con
fotografías de gente en cueros. Debe haber un acuerdo subconsciente en la
efectividad de los desnudos cuando tanto se recurre a ella, desde las protestas
hasta la publicidad.
Se pierden los modales. Otro ejemplo reciente es la nueva
aparición del piquete de las tetas al aire. Estas inquietas y radicalizadas
“jóvenas” volvieron a dar su particular carga contra una manifestación. Los
freudianos seguramente tienen alguna explicación de esa poco imaginativa (y
pronto, cansina) conducta.
Resulta que como Zapatero el Lamentable (que ya va dando
muestras del gusanillo de los focos y las sentenciosas y “profundas” opiniones)
y su cuadrilla, entre otras disolventes imbecilidades, se emplearon a fondo en
la perversión tendenciosa del lenguaje, llamando derecho, y legislándolo como
tal, a algo que en serio no pasa de mera y discutible opción, amparado en tal
falacia, este zarandeo de senos* clama por el aborto libre e incluso libertino,
ya puestos. Avanzando un paso más, ya en modo satánico/ofensivo, enarbolando un
crucifijo invertido, recicladas y paródicas niñas del exorcista.
Se pierden los modales. Será estupendo que los cristianos
no los pierdan ante las provocaciones y no tengamos que un día salga en las
noticias la de un exaltado que ha perfilado una hoguera inquisitorial lista
para dedicársela a cualquier bruja anacrónica y exhibicionista por horas.
*Su notorio y voluntario empleo lo han decidido las
propietarias, gente evolucionada y librepensadora que, cabe suponer, no se
preocupará por lo que se diga luego ni aullará con la trillada cantinela de
presuntas víctimas del discurso machista y otras murgas al uso.
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