Cuando el santo Obama fue elegido, la muchedumbre de los
“moernos” echó sus campanas al vuelo. Supongo que porque parecía bastante
“blandiblú” y eso es lo que dicen que está de moda.
Ahora, tiempo de vestiduras rasgadas, se monta un
escándalo mundial con lo del espionaje, que resulta que el santo Obama (después
de su representación a lo Pat Garret con lo de Ben Laden), al lado de su
talante light, es más, precisamente favoreciéndose de sus medias tintas (y no
es un juego de palabras), pactismos, buenismos (aquí ya conocemos tales mañas),
junto con todo eso puede ser, es, un marrajo “de mucho cuidao”.
Y, ¿qué esperabais?
Lo que de verdad es una pena para el planeta no son
cuatro ballenas de más o de menos, ni la construcción de hoteles en la costa de
donde sea, sino el altísimo porcentaje de los imbéciles y de los que, por lo
visto, jamás escarmientan.
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