Diríase que como al margen de los acontecimientos.
¿De qué coño se ríen y sonríen los políticos al transitar
por los anchos, lujosos, patricios pasillos y salones del Congreso? ¿De qué,
cuando contestan, o no, con pocas ganas a las preguntas de los periodistas?
Los ciudadanos, contribuyentes que pagamos sus sueldos,
estamos insatisfechos, incluso indignados con su gestión, con frecuencia
mediocre o peor todavía. Con sus despilfarros, con sus cobardías, con sus
corruptelas a cuestas, ¿dónde está la gracia para reírnos?
Hasta para fingir, si conviene, temple y serena
normalidad se pueden componer otros gestos y meterse las risitas donde les
quepan.
Decepciona sospechar (o saber) que son más falsos que
Judas; pero peligroso si va sonando a burla.
Por cierto, Mariano, 11.000.000 de votos para arreglar
las averías, y vamos como vamos.
Y tu comentario de ayer, ya sabes, lo de la lluvia, va a
ser difícil de superar. ¡En un hombre como tú, de dos metros o más!
Por aquí, por Andalucía, que hay costumbre de las
metáforas exageradas, alguno ya se habrá “cagado en tus muertos”. Cosas del
folklore.
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