-Un muestrario escaso y además de asuntos de poca
talla. “Pelis” que, al cabo de una semana, cuesta recordar, diferenciar de
tantas otras anteriores de parecidas factorías (¿de qué iba aquello?).
Que el espectador/aficionado no abunda y que las concentraciones
de los veraneantes anden por el playerío y los festivales de presuntas “músicas”
no es abono que anime a las pocas salas de proyección sobrevivientes, las que,
ay, van quedando.
Así que cartelera de relleno: “pelis” para tiernos
infantes globalizados, tontunas para adolescentes hipnotizados con los
netflixes, y “cosas” como “Longlegs” cuyos
mayores sustitos los ofrecen cuatro
ruidos fortísimos y a traición, como detalles para suplir las rutinas y los
guiones tirando a convencionales y fallidos, a pesar del respaldo que el
experimentado Cage pueda aportar.
-¿Y españolas chocarreras que no superan gran cosa
las gansadas precursoras, los bastos chistosos de que son herederas?
-A ésas, ni lo intento.
-¿Qué quedaba?
-Un dramita medio rosa, medio reivindicativo del
trillado monotema (cuidado, que eso quema) del tipo que maltrata a la chica, o
a la señora que sea, y que nos presentan por enésima, y no muy fundamentada,
vez: personajes con traumas previos, celos inoportunos, las “mujeras” que
sostienen el mundo, aunque Blake, esa cara bonita, también contribuya lo suyo
al pasado que vuelve, la indecisión, los malos entendidos, y azarosos, vale… Un
círculo que, diga lo que diga el título, no se rompe para nada.
-¿Y la “otra” cartelera?
-Bandas de mierdosos echándose recíprocamente el
marrón del “escapadito”. Los sinvergüenzas de siempre, ya los conoces.
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