Las
cotorras, que en televisión y otros “medios” cobran por parlotear de política,
andan alarmadas/alarmistas porque la derecha (a la que siempre se empeñan en
llamar “extrema”, con evidente mala
intención) va ganando terreno en diversos países y, por ende, en la Unión
europea.
Porque
mucha decepción y cansancio se va notando ante la relativa ineficacia y el
escandaloso gasto, muy burocrático en gran parte, que nos cuesta ese lujoso
tinglado. Y más si el balance de gestión tiene numerosos problemas sin
resolver.
Y
es que la fórmula socialdemocrática “pregona más que vende”. Y en nuestro
particular caso español, de falso progresismo, seriamente teñida de comunismo (ése,
¿no es “extremo”?) y añejos
resentimientos, apenas está dando para “sumar” más agónicas boqueadas.
Los
“sesudos comentaristas”, que continúan con sus inercias y servidumbres,
detectan una generación de gente joven que se vuelve conservadora. Y con la que
llevamos, ¿es de extrañar?
Demasiadas
décadas de cuentos chinos y tomaduras de pelo, con el “pensamiento único”
recomendado, impuesto, casi como una vacuna con frivolidades de moda.
-¿Algo que mole?
-Al margen de esa oscuridad, brilla el
joven Alcaraz, indiscutible de mérito, decente español sin complejo de serlo,
todo lo contrario, cuyas victorias nos dan este respiro agradecido.
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